lunes, 30 de noviembre de 2015

La orientación sexual invisible

No es que odien el sexo, ni siquiera lo rechazan. La asexualidad puede considerarse una orientación más, como la homosexualidad o la heterosexualidad, pero es mucho menos conocida. “No es un estilo de vida que tú elijas sino algo natural”,  comenta Pablo (nombre ficticio), “es tu forma de ser”. Ahí se diferencia del celibato, cuando una persona voluntariamente deja de lado el sexo, pero sí siente atracción sexual.  Pablo tiene más de 40 años y está casado. “Descubrí mi asexualidad después de algunos años de convivencia en pareja”. 

De adolescente no sentía interés por los temas de sexo, no bromeaba con eso ni le interesaban las relaciones íntimas. Entonces aparecieron las dudas: “Algunas cosas no encajaban en mi cabeza cuando me comparaba con mis amigos, pero no investigué sobre ello. Encontré la palabra asexualidad en un periódico años más tarde, y empecé a buscar información”. Es ahí cuando Pablo puede, al fin, integrarse en “una orientación sexual”. 

Esta es la historia de miles de personas que tienen un bajo o nulo deseo sexual. Para ellos el sexo no es importante: pueden sentir deseo sexual hacia su pareja o hacia personas con las que mantienen un fuerte vínculo emocional, pero es un complemento de “una relación más bien emocional, romántica o afectiva y enfocada hacia la sensualidad, las caricias, los sentimientos, el respeto mutuo y la sinceridad”. 

Las personas asexuales, apuntan los expertos, han existido siempre. Simplemente no han tenido un término con el que identificarse hasta el siglo XXI. Y aun ahora, los estudios sobre el tema son escasos. Muchas veces se limitan a constatar la existencia de la asexualidad, y no existen estudios a nivel mundial. Sin embargo, se calcula que alrededor del 1% de la población mundial pertenece a esta orientación. 

El concepto apareció con los estudios de Alfred Kinsey, el primer investigador que abordó la sexualidad humana después del célebre Sigmund Freud. Estudió por separado la sexualidad del hombre y de la mujer en Estados Unidos y creó la escala de Kinsey, en la que se dividía la sexualidad en seis escalas que iban desde exclusivamente heterosexual a exclusivamente homosexual. Fue entonces cuando se dio cuenta de que al menos el 1% de los encuestados no respondían a los estímulos sexuales ni sentían atracción por ningún sexo, y los denominó como el grupo X. 

Tendríamos que esperar hasta 1979, cuando Michael D. Storms, un investigador crítico de Kinsey de la Universidad de Kansas, reinventó esta escala e incluyó en ella al grupo “asexual”, que mantenía un heteroerotismo y un homoerotismo bajo. 

Pero fue el estudio de Anthony Boagert en 2004 el que más luz proyectó sobre la asexualidad, y donde confirmó que el 1% de los británicos pertenecen al colectivo asexual. Usó los datos del la primera Encuesta Nacional de Actitudes Sexuales y Estilos de Vida británica, en la que se preguntó a 18.876 personas en el Reino Unido sobre sus hábitos sexuales. Un 1,05% contestó que no sentía atracción sexual hacia ninguna persona.

Sin embargo, antes de la publicación de este estudio, la comunidad AVEN (The Asexual Visibility and Education Network) ya existía. Se considera la mayor comunidad online de asexuales y nació en 2001, de la mano del inglés David Jay. “ En 2002 se agrega el foro inglés, lugar de debate y testimonios así como información a la comunidad virtual. En 2006 se abre el foro AVEN en español, AVENes. En 2010 se crea la plataforma de comunidad” explica Baika (nick de internet), la administradora de la página de AVEN española. 

“Tenemos diferentes proyectos con el objetivo de visibilizar la asexualidad; dar apoyo a asexuales, familiares y conocidos; fomentar el estudio y la investigación de la asexualidad… También proyectos como la Asexualpedia que reúne la información sobre asexualidad en español, diferentes blogs, medios sociales como Twitter, Facebook o YouTube, además una revista trimestral y una radio virtual”. La comunidad de AVENes cuenta con más de 2300 usuarios registrados y, a falta de una estadística más fiable, podemos decir que una gran parte de la comunidad asexual se encuentra en este foro.

De hecho, AVEN es una comunidad muy activa que lucha por la visibilización de la asexualidad y su inclusión en las siblas LGTB. Para Sonia Tello e Irene Blanco, dos periodistas que realizaron un estudio sobre la construcción biológica de la asexualidad, es una inclusión necesaria: “Cuestión de etiquetas o no, lo cierto es que cuando se profundiza en la asexualidad se observa que la distinción entre atracción romántica y sexual es una realidad en cuanto al deseo, por lo que si estas siglas engloban distintas orientaciones, en las mismas debería estar recogida la asexualidad también al tratarse de una identidad más.”

Esta distinción entre atracción romántica y sexual ha sido concebida, sobre todo, por parte de la comunidad asexual. “El espectro asexual”, explica Irene, “atraviesa todas las identidades”: pueden definirse como heterorrománticos, si sienten atracción romántica por el sexo opuesto; homorrománticos, si la sienten por el mismo sexo, o birrománticos, si la sienten por ambos. Pero también existen los “arrománticos”, personas que, además de no sentir atracción sexual por nadie, tampoco la sienten románticamente, y se conforman con relaciones de amistad que les satisfacen su necesidad de vínculos emocionales. 

“Hay muchos tipos de asexualidad, hay quienes dejan de lado la sexualidad por completo, pero hay otros que sí tienen sexualidad, pero consigo mismos. Se masturban, pero no necesitan compartirla”, explica Nuria Jorba, psicóloga emocional y sexóloga. “Y cada día más personas se identifican con esta sexualidad”.

Pero no son las únicas identidades que se contemplan bajo el espectro de asexualidad. Estas orientaciones se conocen en internet como “Ace-Umbrellas”, y se refieren a un área “gris” que se encuentra entre la asexualidad y la alosexualidad, un término usado por los asexuales para referirse a las personas que sí sienten atracción sexual. Son las personas gris-asexuales, que experimentan esta atracción en momentos puntuales y de manera baja, o los demisexuales, que experimentan atracción sólo por las personas hacia las que sienten un fuerte vínculo emocional. “El espectro asexual pone de manifiesto que fuera del esquema de la atracción explícitamente sexual, hay muchas y variadas formas de sentirse atraídx hacia una persona o personas”, matiza Sonia.

Es una comunidad muy compleja en la que existe un bajo consenso y que enfrentan, además, otros obstáculos en su vida: la falta de visibilidad y, sobre todo, la convivencia con una sociedad hipersexualizada. 

“La asexualidad supone todo un replanteamiento de la construcción sexocentrista del resto de identidades”, comenta Irene. Su compañera Sonia está de acuerdo y añade que es un concepto “político, porque rompe uno de los órdenes sociales más importantes: el sexo. Todo está construido a través de él: la familia, la pareja, la amistad (en tanto que supone ausencia de sexo), el matrimonio, etc. El sistema fagocitó la homosexualidad y se estableció entonces la premisa: ‘Bueno, puedes follar con tu mismo género, mientras folles todo va bien’. Y esta premisa sirvió para reforzar el argumento ‘el ser humano es un ser sexual por naturaleza’, pero no para señalar que lo ‘sexual’ puede tener muchos matices.”

En este sentido, ambas coinciden: la asexualidad no está aceptada por la sociedad. “El problema de la asexualidad es que es una disidencia invisible, no se puede ver, y por eso no son oprimidos explícitamente, sino que es un tema totalmente obviado por el sistema”, dice Sonia. “Mi pareja ve incomprensible la falta de libido”, comenta Pablo, “aunque lo hemos hablado y hemos marcado pautas”. Y entre los jóvenes es más complicado, cuando el sexo es un tema novedoso. “Luego es más llevadero”, añade. 

“Habría que empezar”, explica la administradora de AVENes “con que no son conocidos. Así que no son ni aceptados ni rechazados, son ignorados en el desconocimiento. Y precisamente lo que hay que ir allanando es la información a la sociedad sobre esta orientación para que los asexuales que decidan ir saliendo no se encuentren con un muro de negación y rechazo.”

Los asexuales son invisibles para la sociedad y, además, plantean un cambio de paradigma en ésta. Muchos asexuales sienten que ellos son el problema hasta que se topan con el término asexual y comprenden que no son raritos, ni tienen nada mal. “Muchos jóvenes, en la adolescencia, se sienten raros, desubicados. Algunos mienten para integrarse y otros se alejan de las relaciones sociales. Hace unos años, la mayoría descubría la asexualidad siendo ya adultos pero, por suerte, cada vez más jóvenes encuentran el apoyo que necesitan antes”, me explica Núria Jorba, que ha trabajado con varias personas asexuales a lo largo de su carrera profesional. 

“Como en todo, se juzga cuando no se debería. La sociedad hoy día está basado en que la sexualidad es guay. Los anuncios, las películas, todo gira entorno a ser más sexual. Por eso se sienten desubicados. Y como se salen de la norma, la sociedad lo juzga y lo critica mal. Por eso creo que tenemos un trabajo, las personas que conocemos este tema, de concienciación. ¿La asexualidad te afecta? No. Entonces, ¿por qué juzgar la manera en que encuentren su felicidad?”. 

Pero es complicado, en una sociedad como la nuestra, comprender que haya personas a las que no les interesa el sexo. En la encuesta anual que realiza AVENes recogen, además de datos sobre los tipos de asexualidad y el número de asexuales que hay en su comunidad online, algunas impresiones de personas asexuales que han tenido que enfrentarse a la incomprensión de sus círculos cercanos. Uno de ellos dice que “para sentirme perteneciente a grupos (amigas, amigos) tuve muchas relaciones de pareja. Me atrae mucho la sensación que se siente cuando hay atracción por alguien (romanticismo), ya que me produce un estado increíble de energía y creatividad, pero cuando ya la cosa avanza más y el otro pide expresarse de manera sexual, a mi me entorpece, me bloquea y hace que se apague el tipo de atracción que me gusta. la atracción que me gusta es más bien energética e intelectual. Me gustan las caricias como expresión de afecto también pero cuando se van las manos a lo sexual no me gusta, no lo siento fluido.” 

Algunos comentan que no han sufrido bullying ni agresiones, pero muchos coinciden que se han tenido que enfrentar a la incredulidad de sus amigos o a comentarios en los que se aludía a traumas o escepticismo. Algunos deciden no comentar cuál es su sexualidad, aunque la sepan: “Simplemente lo tomo como broma [los comentarios], no hago caso y espero que se cambie el tema ya que hasta la fecha nadie conoce mi orientación asexual además de los miembros de AVEN.”

La ignorancia es el principal problema. "En el momento que una persona asexual pone de manifiesto que todo el sistema sexual le deja indiferente, será el foco de una serie de comentarios biologicistas de eje básico 'No hay nada más natural y necesario que el sexo, es como el comer o el respirar', es decir, se negará completamente su existencia", comenta Sonia. ¿Cuántas veces no se dice "cuándo te echarás novio/a? ¿Cuántas veces hemos leído artículos en los que se habla de lo sano que es el sexo, de que es algo "natural"? Y mientras, sigue sin contemplarse por parte de la sociedad que la falta de sexo sea igualmente natural y normal.

Para cambiar esto existen algunas campañas de visibilización que parten de las comunidades online. La más célebre y conocida fue la #AceDay, el primer día de Visibilización de la Asexualidad que recorrió internet y las redes sociales en Mayo de 2015. Participaron personas de todo el mundo y usaron cartas de póker para identificarse dentro del diverso espectro asexual, consiguiendo no sólo representación como grupo homogéneo sino visibilidad como comunidad compleja y llena de matices. Pero, más allá de estas iniciativas, vemos que en España no existe un colectivo tangible fuera de internet, a diferencia de Gran Bretaña o EEUU, donde sí hay manifestaciones en las calles. 

"Esto puede deberse al miedo al rechazo social", me comenta Nadia (nombre ficticio), que es asexual pero jamás se lo ha dicho a nadie más allá de sus amigos asexuales. "Hay que cambiar  muchos conceptos, y siempre es complicado, porque no es algo que se haya visto en ningún lado, no hay películas o libros conocidos con personajes asexuales."

Y si los hay, no se dice de manera explícita que lo son. Es lo que pasa con personajes tan famosos como Sherlock Holmes, el detective más famoso del mundo, que muestra escaso o nulo deseo en las relaciones sexuales y lo toma como un trámite social. También sucede con personajes más modernos que aparecen en series, como Sheldon Cooper, el extraño y brillante físico que protagoniza la serie The Big Bang Theory y que, a pesar de tener novia, no mantiene relaciones sexuales con ella. Pero esta clase de personajes tienen otra cosa en común: son tratados como excéntricos en todos los ámbitos de su vida, y no se declaran como asexuales. Aunque existan en las series, parecen más un estereotipo de rareza que un reflejo de una orientación sexual, y es quizás una muestra de que la asexualidad está muy lejos de considerarse una orientación como cualquier otra. No cabe en la cabeza de guionistas o escritores que las personas que no sientan atracción sexual sean normales en el resto de ámbitos de su vida. 

Esto puede deberse a que, como alosexual, es complicado imaginarse cómo es una relación sin sexo. Para Pablo, es una relación sentimental en la que "se le da mucha más importancia a otras prioridades siendo la actividad sexual como algo innecesario o secundario". Él, que está casado con una mujer alosexual, explica que todo se puede conseguir a base de consenso, pero lo cierto es que algunas personas asexuales con pareja alosexual deciden abrir sus relaciones. Es más sencillo si ambas partes son asexuales, porque en caso contrario podrían sentirse presionados por unas necesidades que tienen sus parejas pero ellos no. 

"Una persona asexual no es diferente al resto, tiene los mismos deseos, gustos, sentimientos... que cualquier otra persona. Es sólo en lo referente al "deseo de sexo" que no se parecen ni coinciden", comenta Pablo. No son extraños, no se reprimen ni necesitan probar para ver si les gusta el sexo. Simplemente, no sienten necesidad de mantener relaciones sexuales. Pueden mantenerlas, en casos concretos, o pueden prescindir de ellas toda su vida. Pero al final, solo se trata de una orientación más: la que empezamos a conocer, tímidamente, como la cuarta orientación sexual.

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